Paradojas
Ellas le quitan el sueño a muchos, son curiosas situaciones reales o hipotéticas que desencadenan en contradicciones, o simplemente no tienen solución.
En ocasiones las llamamos problemas y si las repasamos demasiado, nos presentan al temido conflicto.
( El trabajo me encanta, pero estoy cansado de esto).
(Llego el verano tan esperado, con un calor insoportable).
Sin ir más lejos, la familia misma, símbolo de seguridad, pero...quien no habrá salido mal herido, de algún domingo de encuentro.
Son esas contradicciones que nos llevan de un lado al otro, como péndulos.
Miles de ejemplos que hasta se pueden dividir en categorías.
Vivimos constantemente lidiando con ellas. Algunos creen que son el motor del mundo. Yo creo que no hay verdad sin paradoja. Así que...
“Nadie muera por sus creencias, no vaya a ser cosa, de que estén equivocados”.
Lo dijo Bertrand Russell, filósofo del siglo XX.
Ellas no dejan de ser eso, una creencia, un concepto, otorgarles nuevas dimensiones de sentido es nuestra posibilidad y de esto deviene la importancia de la capacidad de aceptación, ante lo que se nos presente, como primera medida, que no es pasividad sino posicionamiento y por otro lado, la plena participación en la vida, sin tratar de controlar todos los resultados, porque no es posible hacerlo.
Cultivar estas virtudes como hábito nos puede ayudar, ya que hay que saber vivir en la paradoja y darse cuenta de que si llueve bien y si sale el sol, también.
Aceptar estos elementos opuestos y afrontar el choque entre ellos, de manera consiente, es aceptar la paradoja. Poder hacerlo señala fuerza interior y un inequívoco signo de madurez.

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